Ferran Bono

El paisaje
siempre ha estado presente en la obra de Marusela Granell. A lo largo de su trayectoria,
esta artista valenciana ha transitado por diversos caminos art�sticos que le
han llevado a diferentes t�cnicas y soportes, pero su mirada siempre se ha
detenido en los pliegues m�s expresivos del paisaje. Y de manera mucho m�s
evidente: en los �ltimos trabajos que Marusela expone en Berl�n, a partir de
marzo, y Nueva York, en octubre. Las sensaciones afloran a partir del
enfrentamiento de un cielo, de un amanecer o de un atardecer, de un azul, de un
rojo, de una amarillo, que Marusela sugiere con pinceladas breves que condensan
la paleta crom�tica de las emociones. La geograf�a del espacio viene marcada
por los contornos, las texturas, los colores de los m�ltiples papeles que
conforman sus lienzos a modo de collage. De hecho, son el papel y collage los
dos ingredientes b�sicos sobre los que la artista cocina sus platos m�s
recientes. “Lo rasgo, lo rompo, lo envejezco, lo pinto… manipulo mucho el papel
antes de ponerlo sobre el lienzo”, explica sentada en la sala alternativa Color
Elefante, junto a una bovina de papel que cae desde el altillo de este estudio
y taller, mientras, a su lado, Carlos Albert est� acabando, de manera
simult�nea, una escultura en piedra.
El desarrollo
de las composiciones de Marusela tiene un aspecto l�dico indudable. Ella misma
reconoce su “entusiasmo” por el proceso creativo, por la cocina, por esas cosas
que para otros no son m�s que instrumento, pero no para ella, que juega con
todos los elementos posibles antes de dar a luz sus lienzos, de mediano y gran
formato. “Intento provocar hallazgos de todo tipo”, comenta poco antes de
levantarse y dirigirse a la amplia mesa donde expone todo un puzzle de papeles
a la espera de encontrar su destino a trav�s de la transformaci�n que operan
las manos experimentadas al mismo tiempo que intuitivas de la artista.
“Es una
especie de arqueolog�a del arte”, a�ade. Una b�squeda del lenguaje m�s
apropiado para “provocar emociones a trav�s del paisaje”. Es decir, a trav�s de
la luz, del movimiento, de la atm�sfera. “Mira esa cuadro, por ejemplo, el azul
transmite ligereza, el rojo pesa y, al final, la composici�n de los distintos
colores y figuras transmiten la sensaci�n de movimiento circular, �no crees?”,
apunta mientras se�ala uno de sus grandes lienzos. Una vez pegados los papeles,
Marusela incorpora colores y barnices hasta dar por finalizada una obra abierta
a interpretaciones m�ltiples. “El proceso final, no obstante, siempre es
quitar, m�s que a�adir ”, concluye. A veces, Marusela siente la necesidad de
tirar todos los papeles que cubren la mesa. Tirarlos y luego rescatarlos para
continuar el proceso, para que nade pare, para que del caos del desorden y del
gesto airado surja una idea nueva, una feliz asociaci�n de la mente del artista
con los materiales que maneja con destreza.
El sitio donde
trabaja tambi�n funciona a modo de inspiraci�n. De techos altos y ambiente
relajado, Color Elefante era un antiguo taller de fontaner�a que ha sido
rehabilitado y reconvertido en singular espacio expositivo y estudio de
artistas. Quiz� en ese paso a un formato m�s grande, a los lienzos de
dimensiones considerables que ha estado pintando en los �ltimos meses, haya
influido su mudanza a la citada sala para trabajar. Quiz� tambi�n esa sensaci�n
de ligereza que transmiten algunas de sus obras
obedece al
cambio, a la impresi�n de libertad art�stica y creadora que hall� cuando entr�
en esta sala de Russafa, el antiguo barrio �rabe de Valencia, hoy refugio de
artistas e inmigrantes. All� se ha unido a un grupo reducido de artistas con el
prop�sito de abrir la galer�a a creadores que, por diferentes motivos, escapan
del circuito m�s convencional. El espacio est� abierto, adem�s, a artistas
multidisciplinares y funciona como sala de conciertos. “Me qued� enganchada con
el sitio”, confiesa Marusela, que se ha convertido en embajadora de Color
Elefante.
All� guarda la
obra nueva. Una parte de la misma fue expuesta en el propio Color Elefante el
pasado a�o. Ahora ha concebido lienzos de menor formato por una cuesti�n
pr�ctica: para poder viajar con comodidad. Pero a�n no ha acabado este cap�tulo
de su nueva etapa. Marusela piensa desplazarse a Nueva York antes del inicio de
su exposici�n en la 473 Broadway Gallery en octubre. No en vano, la luz de
Nueva York, los colores que irradia Manhattan ejercen sobre ella una gran
atracci�n. En este sentido, no obstante, es ineludible detenerse en la
presencia casi cegadora del mar Mediterr�neo, que ba�a su ciudad natal y su
amada Mallorca, y en la Luna. Ambos elementos de la naturaleza formaban parte
de uno de sus trabajos audiovisuales m�s celebrados y constituyen campos casi
inabarcables de inspiraci�n. Pero como dice Marusela, todo es naturaleza, todo
es paisaje, y no quiere ser ajena a ninguno de los est�mulos que proporciona la
luz nocturna de una ciudad como Nueva York.